Los gansos vuelan en formación en V porque el ganso de delante genera con su batir de alas una corriente de aire que favorece el vuelo de su inmediato perseguidor, y así sucesivamente. Entre ellos, y por hacerlo en grupo consiguen mejorar hasta en un 70% su rendimiento en vuelo, algo muy importante cuando de llevar a cabo grandes travesías, en realidad objetivos muy ambiciosos para un ganso en solitario, se trata.

 

 

Así, cuando el primer sujeto de la formación se cansa, es relevado por otro del grupo que toma su testigo, y si alguno de la formación sale porque se cansa o cae enfermo, siempre otros dos se rezagan con el débil y le acompañan hasta que se recupera, que es cuando le ayudan a volver al grupo. Si no se recupera, nunca le abandonan.

 

Hay muchos ejemplos para poder concluir que se hacen las cosas de manera más eficiente en equipo. Que el trabajar al amparo de un grupo perfectamente engrasado, un equipo de alto rendimiento hace que los objetivos individuales de cada uno de los que forman el grupo se obtienen más fácilmente, y por muy ambiciosos que sean se consiguen.

 

Cómo no en el mundo de las ventas. En esta parte de nuestro día a día es más importante si cabe el estar al amparo y amparar a la vez a los vendedores que tenemos alrededor. Sí, porque en un grupo de vendedores, los grupos de vendedores que necesitan nuestras organizaciones, unos debemos ampararnos a otros. Como los gansos de nuestro ejemplo, los objetivos que yo consigo no son solo por y para mí, con mi buen hacer, mis buenas prácticas, en definitiva con mi colaboración, el grupo se verá beneficiado.

 

Ya no es más la época de los “llaneros solitarios”, nunca lo fue en realidad. En una organización moderna, con los retos actuales (y los que se van a presentar en el futuro, no lo dudéis), es imposible que haya un único gran vendedor en nuestros ecosistemas empresariales. Si eso es así, y tenemos un vendedor que destaca en exceso sobre el resto, algo estamos haciendo mal como gestores. Seguro que él puede dar más para los demás. Por el contrario, si hay uno que no llega a las medias de los demás, debemos de parar con él y ayudarle a volver al grupo, nunca dejarle marginado.

 

No hay excusas, las organizaciones modernas exigen de nosotros como gestores que vayamos más allá de los objetivos. ¿De veras duermes bien cuando uno de tu equipo consigue él solo los objetivos? ¿Crees que eres un buen gestor o líder de un equipo asimétrico? ¿Está feliz el resto de tu equipo? ¿Crees que a ellos les gusta no sentirse tan útiles como ese “llanero solitario”?

 

Demasiadas preguntas, muy transcendentes, más allá de las respuestas simples de: -“El día a día nos come”. –“Más vale pájaro en mano que ciento volando. –“Es que no entienden cómo hay que hacer las cosas”.- “Ojalá tuviese a 20 como Fulanito”…..

 

Excusas, y más excusas. Y lo más importante, estoy seguro que cuando respondes así hay una parte de ti que no está conforme del todo con lo que sale de tus labios. Hay un pequeño Pepito Grillo que dentro de tu conciencia te dice que todo eso se puede cambiar, que se pueden hacer las cosas de mejor manera, que se puede aprender a hacer vibrar a la gente que nos rodea, que hay una moraleja más allá, que es mejor rodearte de gente que sea mejor que tú para poder obtener lo mejor de ellos y que ellos te hagan mejor.

 

En definitiva, que se puede vender más y mejor en equipo. Se puede gestionar y aprender. No es difícil, sólo hace falta aceptar el reto. Adelante¡¡¡

 

 

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